Construcción de la identidad de género y expresión de la individualidad en estudiantes con discapacidad intelectual
Así lo refleja el
estudio de Aldeán Jiménez y Hurtado Delgado (2024), donde una niña con
discapacidad intelectual muestra dificultad para relacionarse, habla con un
tono muy bajo y evita el contacto con sus compañeros. Esto no es solo un dato
clínico, es un llamado de atención: cuando no se reconoce su individualidad ni
se potencia su participación, la identidad de estos niños queda a la sombra.
Desde la mirada de
Vygotsky (1978), sabemos que la identidad no se forma en soledad, sino en la
relación con los otros. El lenguaje, el juego y la interacción social son
herramientas esenciales para que el niño construya quién es y cómo se percibe
en su entorno. Por ello, programas como el JAHSO, que integran dinámicas
grupales, modelado y juego de roles, no solo mejoran habilidades sociales:
crean espacios seguros donde los estudiantes pueden experimentar, expresarse y
sentirse auténticos.
Educación corporal
y cuidado personal: enseñar a conocer, nombrar y respetar el propio cuerpo
La educación corporal en niños con discapacidad intelectual debe enfocarse en que conozcan y se apropien de su propio cuerpo, reconociendo sus partes, funciones y límites con un lenguaje claro y sin tabúes. Enseñar a nombrar correctamente las partes íntimas, así como aspectos fundamentales de higiene, privacidad y placer, es clave para fomentar el autocuidado y prevenir posibles abusos. Es importante que estas enseñanzas formen parte de la rutina educativa, integrándose de manera natural y adaptada a sus necesidades cognitivas.
Utilizar materiales
visuales claros, lenguaje inclusivo y evitar eufemismos que puedan generar
confusión ayuda a que el aprendizaje sea significativo. Además, se debe
trabajar el respeto hacia el cuerpo propio y el ajeno, reforzando que cada
persona tiene derecho a establecer límites físicos. Este enfoque positivo del
cuerpo no solo disminuye la vergüenza o rechazo corporal, sino que también
fortalece la autoestima y la confianza.
Finalmente, la colaboración entre docentes, terapeutas y familias es fundamental para garantizar mensajes coherentes y un acompañamiento respetuoso y constante. Así, se cultiva en el niño un sentido de propiedad sobre su cuerpo, que es la base para su autonomía y protección personal.
La enseñanza del
valor de la privacidad y los espacios íntimos en contextos educativos
El respeto por la
privacidad debe ser una competencia explícita en los programas de educación
sexual. Las personas con discapacidad intelectual requieren apoyos visuales y
simbólicos que les ayuden a diferenciar entre lo público y lo privado
(personas, espacios y conductas). Esto incluye también entender cuándo, dónde y
con quién se pueden realizar ciertas acciones como cambiarse de ropa, hablar de
sexualidad o expresar afecto.
Una herramienta útil en este aprendizaje es la implementación de mapas sociales o guías visuales que permitan clasificar con claridad lo que se puede hacer en cada espacio (ej. baño, aula, casa, calle). Esto se complementa con rutinas que refuercen la práctica diaria del respeto a la intimidad, como cerrar la puerta al cambiarse o pedir permiso antes de tocar a alguien.
La enseñanza debe ser constante y adaptativa, reforzando mediante ejemplos reales y situaciones cotidianas. También se deben establecer reglas claras para el uso de dispositivos electrónicos, ya que estos forman parte de la intimidad digital. Es fundamental que las personas adultas respeten también la privacidad del niño o joven con discapacidad, modelando una conducta coherente. Así se crea una cultura de respeto, donde se entienda que la intimidad no es un privilegio sino un derecho. Esta dimensión forma parte de su dignidad personal y es clave para prevenir el abuso y fomentar relaciones basadas en el consentimiento.
El consentimiento
en la infancia con discapacidad: una habilidad clave para la autodeterminación
El consentimiento no es un tema que se reserva para la adolescencia:
se enseña desde la infancia,
especialmente en niños y niñas con discapacidad intelectual. Implica reconocer
que tienen derecho a decir “sí” o “no”, a sentirse cómodos o incómodos, y a tomar
decisiones sobre su cuerpo. Este aprendizaje no ocurre de golpe, sino a través
de situaciones cotidianas, con ejemplos simples y materiales accesibles que
reflejen interacciones reales, ya sea afectivas, sociales o físicas.
Desde pequeños, debemos mostrarles que su voz importa. Acciones como elegir si quieren dar un abrazo, decidir con quién jugar o expresar si algo les incomoda son oportunidades para fortalecer su autonomía. Validar sus respuestas, incluso cuando digan “no”, es clave para que aprendan que sus límites deben ser respetados. Evitar forzar gestos de cariño como besos o abrazos obligados es también una forma de enseñarles que el afecto se da por elección, no por obligación.
Además, enseñarles a
pedir ayuda, a expresar incomodidad o a identificar lo que les molesta los
prepara para protegerse en entornos poco seguros. Porque el consentimiento no
se limita a lo sexual: es una herramienta para la vida, que potencia la
autoestima, la autonomía y el derecho a decidir. Cuando lo integramos desde la
educación temprana, con apoyos visuales, juegos de rol y acompañamiento
respetuoso, les damos el mensaje más poderoso de todos: tu cuerpo es tuyo,
y tu palabra vale.
Pereyra, S. (2020, 6 mayo). La expresión y la construcción de la identidad. FLALU Argentina. http://flaluargentina.com/la-expresion-y-la-construccion-de-la-identidad/
Galindo, M. R., & Galindo, M. R. (2025, 27 febrero). La Identidad Personal: construcción, elementos y derechos - Mariana Rey Galindo. Mariana Rey Galindo - Defensora Derechos Humanos. https://marianareygalindo.com.ar/la-identidad-personal-construccion-elementos-y-derechos/
Autor: Yessenia Briones
Comentarios
Publicar un comentario